A&E vuelve a sumergirse en las profundidades de la justicia olvidada con su nueva serie documental «Crímenes no resueltos: El Viejo Oeste», que se estrena el jueves 10 de julio a las 23 hs (ARG-COL-MEX). Este spin-off de la exitosa Crímenes no resueltos: asesinato en el pantano abre una nueva ventana al pasado, centrándose en seis asesinatos sin resolver en el corazón del oeste estadounidense. Con un enfoque crudo y conmovedor, la serie recorre expedientes empolvados, errores de investigación y la inquebrantable lucha por la verdad.
A lo largo de seis episodios, la serie de A&E retrata casos en los que el tiempo, el aislamiento geográfico y la falta de tecnología dejaron a los culpables impunes durante años. Pero también muestra cómo los avances forenses, el uso del ADN, y la genealogía genética han permitido reabrir investigaciones, derribar versiones oficiales y dar respuesta a familias marcadas por el dolor.
¿Qué hace que estos casos del viejo oeste sean tan inquietantes?
Los escenarios de los crímenes retratados en esta serie son tan remotos como perturbadores. Desde los baños de casas rurales hasta bibliotecas en pequeñas ciudades, cada caso está marcado por la impunidad inicial y por pistas que parecían perdidas para siempre. Uno de los episodios más destacados es el de Pamela Shelly, una madre de 31 años cuyo presunto suicidio en Texas en 2001 fue revaluado gracias al testimonio de su hija Kayla, entonces de 12 años. La persistencia del sheriff Carl Bowen y los nuevos peritajes forenses permitieron reabrir el caso, que concluyó en 2013 con la condena de Ronnie Hendrick, pareja de Pamela, a 22 años de prisión.
También está la historia de Daniel Lavigne, un trabajador rural asesinado en Montana en 2002. Sin pruebas concluyentes durante años, el caso solo avanzó gracias a la confesón espontánea de una testigo en 2009, que llevó a la captura de Richard Edwards, luego condenado a 110 años de cárcel. La serie subraya cómo incluso los testimonios aparentemente menores pueden cambiar el rumbo de una investigación.
Ciencia, tecnología y perseverancia: los motores de la verdad
El avance de la ciencia forense se convierte en protagonista silencioso en estos crímenes no resueltos. El caso de Carolyn Jansen, una madre de seis hijos hallada en un contenedor en Colorado en 2005, se mantuvo sin resolver durante casi una década. Solo en 2014, gracias a la extracción de ADN de una cinta adhesiva, se pudo identificar al culpable: JD Harrington, condenado en 2015 a 25 años de prisión.
El episodio dedicado a Sherry Black, una mujer brutalmente asesinada en su librería en Utah, destaca el uso de la genealogía genética investigativa. Esta herramienta permitió rastrear al asesino Adam Durborow a partir del ADN recuperado de su basura, y culminó con su condena a cadena perpetua en 2022. La conexión entre tecnología avanzada y perseverancia familiar es clave en este relato.
Por su parte, el caso de Lavender Doe, conocida así durante años por no poder ser identificada tras ser hallada calcinada en Texas, fue resuelto en 2018 gracias al trabajo del DNA Doe Project. La identificación de Dana Dodd permitió vincular su muerte al agresor serial Joseph Burnette, que también fue hallado culpable del asesinato de otra joven. La condena de Burnette en 2020 a dos penas de 50 años muestra el poder de la ciencia forense para dar nombre y justicia a las víctimas olvidadas.

¿Puede la justicia tardía cerrar heridas de décadas?
El episodio final se enfoca en Carol Murphy, asesinada en Colorado en 1987. El caso, que permaneció sin resolver por casi 30 años, encontró su desenlace cuando el ADN conectó al crimen con Kevin Elmarr, padre de los hijos de Carol. Aunque fue arrestado en 2007, su condena definitiva no llegó hasta 2015. Este cierre tardío, como muchos otros en la serie, plantea una cuestión central: ¿puede la justicia ser justa si llega tan tarde?
«Crímenes no resueltos: El Viejo Oeste» no solo da luz a historias que parecían condenadas al olvido, sino que también demuestra que la verdad puede emerger incluso en los lugares más inhóspitos y con el paso de los años. En medio de un paisaje rural donde el silencio y la distancia solían enterrar las pistas, la serie destaca cómo la ciencia, la presión familiar y la tenacidad policial son capaces de reescribir el destino de los asesinatos sin resolver.