una noche en el crucero crucero

Hace unas noches dormía bajo un puente y ahora estoy aquí, en el buque más grande del mundo bebiendo champán con personas distinguidas. Creo firmemente que la vida es un regalo y no pienso desperdiciarla. Nunca se sabe que cartas te repartirán la próxima vez. Aprendes a aceptar la vida tal como viene. Así, cada día cuenta.

Jack

Y ahí estoy yo, haciendo fila para que me revisen el pasaporte y a punto de embarcar, tengo mucha emoción, ¡Me voy de viaje!

Entro y me siento como en el Titanic… el mío es un barco grande pero sencillo; nos dan todas las indicaciones para los siguientes días. Tengo que identificar lo esencial: los restaurantes: el elegante y el buffet, los tres bares de barra libre, la recepción, y mi cuarto.

“¡Buenos días! Desde el puente de mando les informamos que hoy estaremos en altamar todo el día, hoy podeís asolearte, beber, ver la TV, ir de compras, relajarte en el SPA, ir al gimnasio, o participar de las 500 mil actividades que hemos preparado para vos” (La voz del capitán en un parlarte de la cabina).

Es mi primer día así que estoy muy emocionada y salgo a seguir conociendo todo lo que pueda; voy hacia la proa (quiero la foto del Titanic). Trato de llegar, pero los vientos del Caribe son increíblemente fuertes, me tumban las gafas y no me dejan avanzar, así que tengo que devolverme y me voy a tomar el sol, sigo conociendo. Es muy elegante todo; me encuentro con salones, tiendas de joyas y accesorios, un Dutty free, el casino, el gimnasio, ¡Soy feliz! Hoy es la cena con el capitán.

Estamos en Curaçao y soy la Reina del Caribe, pasamos el puente que conecta ambos lados de Willemstad, la capital, el puente de la Reina Emma, es un lugar colorido, con una arquitectura hermosa y por un momento me siento en Amsterdam. Camino sus calles y todo dice cómprame, es como un gran centro comercial, tiendas de licor y moda, bares al aire libre, arte y luego me sumerjo en la otra cara de la moneda: el viejo centro, La Confrontación, donde están los nativos un lugar caribeño, fresco y amable. Lo dejamos y recorremos la historia a través de sus casas, la más hermosa es la Bolo di Bruit o Casa del Pastel de Bodas.

¡Dios! Al fin algo de tomar, llegamos a la fábrica de Licor Blue de Curaçao, nos explican su elaboración, lo probamos y nos vamos; huelo a menticol es el producto que nos dieron en la fábrica, tiene tantos usos que por poco y mata el COVID; aparecen los flamencos: grandes, pálidos, coquetos, de uñas pintadas; llegamos al acuario, nos contaron que el pez león es una plaga, que los corales son animales y los flamencos son rosados por una bacteria, estuve en un show de delfines (Es igual al capítulo de los Simpson, ¡qué susto!). Me despido de esta ciudad, del puente más alto del Caribe, hay un atardecer hermoso: ¡Estoy enamorada!

Me despierto en Bonaire, El Destino Azul del Caribe: surf, buceo, playas cristalinas, las salinas rosadas y el punto perfecto donde se unen ambas; las casas de los esclavos, un faro, burros, chivos y más burros, más playa y un bar cual oasis para una cerveza; ¡No lo podía creer! es la típica escena del balde de arena, una pala y un castillo a medio hacer, la gente apila piedras para pedir deseos; llegamos a la ciudad, necesito algo de tomar, ¡Bon día! ¡Kumbai! Estoy hablando papiamento.

Llegamos a un bar cubano atendido por un holandés, en el baño un afiche de “Cuida a tus amigos cuando estés ebrio” y en la zona de fumadores, una Fart Zone, ¡Morí de risa! Paramos en el mercado artesanal por un8 souvenir, volvimos al barco para tomar el sol… tuve una tarde de mojitos, noche de baile, el fiestón estuvo hardcore, perdí la llave del cuarto y el cargador del celular…

¡Qué dolor de cabeza! estamos en Aruba, es una ciudad muy chic y calmada, pero a la vez alegre y descomplicada, los estampados en las camisetas son demasiado chistosos: «nada desnudo, las cosas en el agua se ven más grandes» o «No necesito sexo porque mi gobierno me jode todos los días» me hicieron el día, encontré un Juan Valdez, la zapatería más rara que haya visto, mucho verde y azul en las calles, y a lo lejos el oasis: !Un bar! nos tomamos una margarita de la casa: una pecera con una cerveza fría dentro, eran como las 12 del día, “Two beer or not to beer, what seems to be the question» decía la camiseta del mesero.

Volviendo al barco veo un cinema, los buses son buses del ritmo, ¿un zanquero? ¡En esa cabina se cambiaba Superman! Volvemos a la ciudad de los cuentos de hadas y los palacios de fondant… The little Amsterdam; despedimos de la isla y siento nostalgia. Creo que viviría aquí.

Estoy en Colón-Panamá, ¡Al fin voy a conocer el Canal! Al principio, ¿Whaattt? y al final, ¡WoW! Caminamos por LA Zona Franca (400 Hectáreas de Shopping) Volvimos al barco, es mi última cena… Me despido de los camareros, de los bartenders, los cocineros que me trataron como una Reina, ¡Los Amo! Voy al show de agradecimiento, tomo mis últimas gotas de sol, me pego una última fiesta y ahí… me desperté; mucha televisión ¿cierto? ¡Méndigo COVID, ya quiero viajar!

Dushi everyone!

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Nathaly Velasco

Personal traveler

Bogotana. Diseñadora de experiencias turísticas, profesora de español; me gusta tomar fotos y generar relaciones comerciales.