Kedusha es una banda de rock instrumental formada por Hans J. Vollert, exintegrante del grupo V For Volume, bajista invitado en proyectos como Ultrágeno, Koyi K Utho, Marc Rizzo y guitarrista invitado de Soulfly, Cavalera Conspiracy e Il Nino, entre muchos otros. La música de Kedusha nace desde el ‘exilio’ en medio del encierro de una pandemia y permite que, en momentos de completa incertidumbre, fuerzas contrarias se manifiesten, pero a la vez equilibren al individuo.
«Decidí empezar a componer un material que servía como catarsis, primordialmente, explorando formas diferentes de sentir la música, no solo a través del bajo, sino la guitarra y la programación de secuencias. No fue sino hasta que el baterista de sesión Juan Montaña hizo su trabajo, a partir de la composición de baterías para la música de Kedusha, que decidimos entrar a estudio y sacar a la luz estas canciones, ya que nos sentimos conectados a través de nuestra música aun siendo completos extraños», comenta Hans J. Vollert.
Hans J. Vollert es un bajista colombiano con una trayectoria en la escena de rock del país con más de 25 años. A lo largo de este tiempo se ha interesado por desarrollar todos los aspectos que lo hacen un ser un humano antes que un músico. Por eso también se dedica a la docencia y al estudio de una metodología que fortalece su espiritualidad y el deseo de conexión con los demás. De esto último, busca inspiración para sus canciones.
La intención detrás de la música de Kedusha es darle a conocer a las personas que, en un mundo de interconexión, la naturaleza egoísta del hombre genera caos.
«La única manera de superar las crisis que vivimos es a través de una interacción correcta entre todos nosotros, reconociendo a los demás como parte esencial de nuestra existencia por encima de cualquier diferencia, tratándonos de manera interconectada, como lo hacen las células de un organismo que, aunque residen en diferentes órganos y cuyas funciones son diferentes, sirven a un solo sistema. No somos nada diferente a esto, solo no lo entendemos, pero nos lo explica claramente la ciencia de la Kabbalah», enfatiza el músico.
Con sus canciones, este proyecto de música instrumental busca que la gente sienta y perciba algún tipo de sensación que lo ponga en contacto con su parte más real para que, a partir de ella, se conecte de una manera más real con los demás. Se trata de hacer «sentir» instintivamente con melodías y no de dar instrucciones a partir de letras.
Su primer sencillo ‘Adam’ es el alma colectiva del ser humano. Allí somos perfectos, iguales y nos rige el amor; la adhesión a la naturaleza y sus fuerzas. Somos solo receptores de luz y ella se recibe únicamente poniéndonos por encima de nuestra naturaleza egoísta y, por eso, necesitamos posicionarnos en un lugar donde tengamos perspectiva, es decir por encima de nuestro odio; en una montaña. Tiene influencias post rock, post metal, ambiental y cualquier expresión en donde no haya cabida para ninguna otra forma diferente a crear desde el interior del ser, no del músico.
Su segundo sencillo ‘Kedusha’ es el camino al otorgamiento, diferente a nuestra naturaleza de recepción, y por esto aquí ya hay luz. Para emprender este camino de corrección hacia la real comprensión de lo que es amor y conexión, debemos usar nuestro temple y determinación de lucha, como lo hace un guerrero. Por naturaleza es más enérgica, pero solemne porque es música de adhesión al creador.
Estas dos canciones estarán incluidas en disco debut de Kedusha titulado ‘Songs of Attainment’ que saldrá con su respectiva pieza audiovisual en 2022 y que tendrá 10 canciones, pues diez son las sefiras del árbol de la vida.
«El recurso visual, que va por cuenta de ‘Passenger’, nos ayuda a reflejar con mayor intensidad nuestra propuesta. Cada canción es el reflejo de un estado respecto a la meta de adhesión y obtención del otorgamiento por encima de nuestra condición de recepción (egoísmo). Por eso hay canciones más sutiles o fuertes que otras. Este año lanzaremos seis canciones y en 2022 cuatro. Este material está muy relacionado con lo que como humanidad debamos vivir», cuenta Vollert.
La música de Kedusha es ideal escucharla cuando las personas se sientan o busquen paz, aun cuando sientan ira y tensión. Cuando sientan deseo de desconexión, pero se busque una sensación de esperanza para lo que implica ser Ser Humano. Para desearle lo mejor a un ser querido, pero en especial, a un enemigo.
«En esta etapa de nuestra evolución como especie superior, debemos entender que los únicos que no entendemos qué hacemos y para qué estamos acá somos nosotros. Kedusha invita al trabajo de introspección y conexión con lo único real en cada uno de nosotros y con eso que es nuestro pero que habita en los demás. Solo miremos al rededor y un momento de esterilidad artística, necesitamos explorarnos y plasmar todo aquello que nos eleva y se asemeja a nuestro potencial», concluye Hans J. Vollert.
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