La esperanza y la liberación dan rienda suelta a un álbum rebosante de sabores de cumbia caribeña.

En su álbum debut como El Dragón Criollo, el productor, músico y cantante colombiano Paulo Olarte Toro encuentra el punto de unión entre las vibrantes cadencias caribeñas y esos ritmos bailables que amenazan con ponerte en movimiento.

el dragon criollo presenta pase lo que pase unnamed 15

Pase lo que Pase es uno de esos álbumes que te llevan a otro lugar, en este caso, al Caribe colombiano en algún momento entre los años ochenta o noventa, cuando los sintetizadores analógicos, las cajas de ritmos afro-caribeñas y las líneas melodicas de guitarra dominaban la escena musical. El hecho de que Olarte Toro haya crecido en Colombia justamente durante aquellos años no pasa desapercibido. Ahora radicado en Ginebra, Suiza, es como si quisiera regresar años atrás, a una época musical más inocente, reimaginando lo que significó este sonido para aquellos pioneros del reguetón (mucho antes de que se volviera tan comercial) así como para los músicos de la costa caribeña de Colombia, quienes aderezaban sus sets de vinilos tropicales con crudos pero directos samples y sonidos de batería lo-fi.

Inmersos en este contexto sónico la alegría nos sorprende en cada uno de sus rincones desde el momento en que la pista que abre el disco “La Número Uno” arranca con su champeta esencial. En sus arremolinados punteos de guitarra, su ritmo programado (y ralentizado a paso de cumbia) y sus voces desenfadadas, es imposible no perder la noción del tiempo. Un scratch sampleado que imita el ladrido de un perro y un plácido sintetizador entran más adelante para seguir alimentando el tema con el brillo veraniego. Otro entramado de guitarras espirales se puede encontrar en la siguiente canción “La Brisa”, que refleja claras influencias del rock de los 90 de la costa oeste de Estados Unidos estilo Jane’s Addiction (si puedes, encuentra la referencia), mientras que “Líbrame de Todo Mal” consigue la curiosa mezcla entre reggae, un sintetizador desarmante como himno de los 80 y una guitarra punzante, con uno que otro rugido de claxon que te recuerda la fiesta en la que estás. Dicha fiesta nunca se aleja de la cumbia, como la fascinante “Cumbia Fantasia”, y es que lo largo del álbum, el ritmo, la instrumentación y las tradiciones de la cumbia se asoman continuamente.

Si bien se trata de un álbum que en lo musical rebosa de alegría y un toque de nostalgia con sonido actual gracias a la producción de Olarte Toro (apenas se nota que han pasado 20 años de electrónica), a nivel lírico, nos enfrentamos a duras aflicciones. Tal como Olarte Toro afirma, la canción que da nombre al disco es un perfecto ejemplo de ello:

“‘Pase lo que pase’ habla sobre la situación que vive en este momento Colombia y diría que en general Latinoamérica. En realidad no es una situación vieja, si no algo que se vive desde siempre. Pero en este momento parece haber como un despertar y unas ganas de cambio por parte de la gente, especialmente los jóvenes. Ante una falta de perspectiva hacía el futuro por parte de estos jóvenes solo el cambio es opción y no les importa si el precio que tienen que pagar es su vida…”

A pesar de que Colombia y Latinoamérica siguen sin poder encontrar la paz, la igualdad, y el sentido de que la lucha debe continuar, Olarte Toro conserva la esperanza. “Hoy No Moriré”, de influencia brasileña en su percusión y guitarra, es la historia de alguien que se enfrenta a la injusticia social cada día y se ha cansado de luchar, sin embargo, enfatiza en el coro, “Hoy No Morire” y demuestra que resiste a la espera de un mejor momento. “Ojos de Bosque”, por su parte, es un dueto con un toque bombástico brasileño en el que no teme acercarse al terreno ‘pop’, fue escrito cuando apenas estallaba la pandemia. Está dedicado a sus hijas y narra la tristeza que acompaña la incertidumbre y el encierro, pero, nuevamente, mantiene el optimismo, busca inspiración en la vida diaria e insiste en que nunca debemos perder las ganas de continuar.

Con su arsenal de guitarra, bajo, sintetizadores analógicos (principalmente Roland Juno-106 y JX-3P), samplers y percusión, sin mencionar, por supuesto, su voz, Olarte Toro ha creado un disco único, que solo pudo haber sido hecho por él, un colombiano que creció con el rock latino, reguetón, cumbia, champeta, y que se mudó a Europa para convertirse en un nombre destacado en los círculos de la música dance underground. Desde que ha vuelto a hacer música con todo corazón y un tinte latino, hace unos años, no se ha retenido, lanzando álbumes como miembro de Acid Coco, Contento, y la ópera prima de Jaguar que está por venir. Ahora, con su primer disco en solitario como El Drágon Criollo, lo encontramos en su forma más lúdica, alegre y paradójicamente realista, evocando un sonido hipnótico que representa el pasado, presente y futuro del Caribe colombiano.

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