El artista, de 44 años, habría fallecido a causa de malaria. Juan Pablo Echeverri estuvo realizando un trabajo de investigación para su obra en África y en las últimas semanas su salud se vio afectada.
Echeverri es recordado por su famosa obra Miss Fotojapón, creada en 1996, la cual es una interpretación del autorretrato que se encuentra exhibida en la exposición Ires y Venires del Banco de la República y hace parte de la colección Arte BR.
La obra es una selección de fotografías de 4 x 5 centímetros en las que el protagonista es Echeverri a lo largo de los días de su vida.
Esta obra lo llevó a representar a Colombia en distintas galerías y exposiciones en el mundo.
La obra ‘Miss Foto Japón’ cuenta con más de 8.000 fotografías y le ha dado la vuelta al mundo en diferentes exhibiciones artísticas en Reino Unido, Estados Unidos y es considerada como una de las principales obras de la Red de Cultura del Banco de la República de Colombia.
La obra de Juan Pablo Echeverri fue un soplo de aire fresco en el arte colombiano; o mejor: fue un verdadero tifón. La obra con la que debutó en 2003, Miss Foto Japón, se convirtió en un clásico instantáneo: era una obra maestra de un joven de 23 años.
El Mambo expuso su proyecto de grado en la sala de proyectos y en un instante el voz a voz de su obra se convirtió en un rumor imposible de ignorar. “Se empezó a fotografiar desde el colegio”, recuerda su maestra y amiga, la artista y fotógrafa Clemencia Poveda.
Echeverri se fotografió durante más de 20 años en un Foto Japón, uno de los almacenes de fotografía más conocidos en la ciudad de Bogotá, y elevó el autorretrato a un nivel desconocido. Para muchos fue parte de los artistas del primer plano Rembrandt y Van Gogh en su obsesión con los autorretratos; solo que él era el hombre de las mil caras. En sus fotos siempre hay una personalidad desconocida día tras día. Aparecía calvo o con pelo largo, con bigote, con saco de estudiante nerd, con una camiseta de mangas de pandillero o con un gorrito boliviano. Habló de la identidad y de la obsesión de vernos en una foto mucho antes de que el mundo acabara obsesionado con las selfies en los celulares.
Su obra –más allá de su pieza clásica– siempre giró alrededor de él mismo como personaje principal de una historia con muchas caras. Se fotografió como Batman, como Superman o como una Mujer Maravilla con un bigote con las puntas hacia abajo. “Era perfeccionista, inteligente y generoso; tampoco tenía pelos en la lengua”, recuerda Poveda. Las personas que lo conocieron decían que amaba viajar. Buscaba residencias por todas partes del mundo y, en una estadía en Nueva York, se hizo amigo de uno de los gigantes de la fotografía mundial, el alemán Wolfgang Tillmans, que lo contrató como parte de su equipo de trabajo.
Este año, en mayo, viajaron a Lagos, Nigeria. Y lo picó un zancudo. Volvió a Colombia y un mes más tarde comenzó a sentirse mal; fue al hospital, los médicos creyeron que era covid y lo enviaron a la casa para que se recuperara. “Mientras tanto la enfermedad lo destrozó por dentro”, dice Poveda. Nadie pensó que fuera malaria. El lunes pasado fue internado y su cuerpo no aguantó. Murió en la noche del miércoles 15 de junio.
