La presencia de Un poeta en Cannes marca un hito para el cine paisa, devolviendo al talento antioqueño al prestigioso escenario del Festival de Cannes. Tras su Palma de Oro por Leidi en 2014 y la aclamada «Amparo» en 2021, Simón Mesa Soto vuelve a brillar con su segunda película, ahora en la codiciada sección Un Certain Regard, donde el cine colombiano destaca con una propuesta íntima, fresca y profundamente humana.
La historia de Óscar Restrepo, un poeta con el corazón abollado y la esperanza casi extinta, encuentra nueva vida cuando conoce a Yurlady, una joven apasionada por la escritura. Mesa Soto construye un relato de supervivencia emocional, resiliencia y belleza cotidiana, rodado en celuloide de Super 16 mm en Medellín, que emergió del Taller de Realización cinematográfica con el sello de su propia crisis artística y la decisión de mantenerse fiel a su voz.
¿Cómo se articula la tragedia y la comedia en el universo poético de Mesa Soto?
Simón Mesa Soto, cineasta antioqueño que en 2014 recibió la Palma de Oro por Leidi y en 2021 presentó su primer largometraje Amparo, concibe Un poeta como una obra consciente, donde la risa y la derrota germinan juntas. Inspirado por una crisis personal en la que contempló abandonar el cine para refugiarse en la docencia, el director decidió exorcizar sus miedos y frustraciones desde la risa, mediante un retrato real y sin adornos del fracaso creativo.
La combinación de tragedia y comedia se presenta a través de Oscar Restrepo (interpretado por el debutante Ubeimar Ríos), un hombre de palabras que sobrevive dando clases en un colegio. Su encuentro con Yurlady (Rebeca Andrade), una estudiante con talento innato, activa su instinto vital: ¿motivar su futuro o protegerla de las decepciones que él mismo ha sufrido? Esa dualidad, retratada en celuloide, convierte a Un poeta en un viaje emocional profundo, a la vez crudo y esperanzador.
¿Qué aportan la producción en celuloide y el casting no convencional?
El uso de Super 16 mm –que limita a dos o tres tomas por escena– provocó un rodaje exigente, pero también infinitamente auténtico y visceral. Mesa Soto preparó a sus actores durante dos meses antes del set, enfatizando la profundidad de cada personaje y el dominio de su arco dramático. El resultado es una dinámica orgánica entre los intérpretes y la historia, donde cada diálogo respira verdad.
El casting mezcla profesionales y amateurs, pero destaca especialmente la elección de Ubeimar Ríos –profesor, poeta y rockero– como el protagonista Óscar Restrepo. Ríos, descubierto en Facebook por su autenticidad, aporta una presencia genuina que no se aprende en el taller: su comicidad inherente y su autenticidad emocional imprimen al personaje una ternura casi poética, haciéndolo memorable.
¿Qué significado tiene su paso y premio en Cannes?
La proyección de Un poeta en la sección Un Certain Regard el 19 de mayo en el Théâtre Debussy significó la cuarta participación de Mesa Soto en Cannes, tras Leidi (2014), Madre (2016) y Amparo (2021). Además, la película recibió el Premio del Jurado de esta sección, consolidando su presencia en la Costa Azul.
Este reconocimiento reafirma la fuerza del cine paisa en la escena mundial, y el posicionamiento de Mesa Soto como autor incuestionable del cine colombiano contemporáneo. Su obra dialoga con las inquietudes del arte nacional, encuentra éstas en la vida diaria y las eleva a través de una sensibilidad estética que convence tanto a jurados exigentes como a públicos empáticos.
¿Cuándo llegará ‘Un poeta’ a las salas colombianas?
Aunque todavía no hay fecha confirmada para su debut comercial en Colombia, la proyección en Cannes ha generado gran expectativa entre distribuidores y espectadores. Las coproducciones con Alemania y Suecia, junto al apoyo de Proimágenes Colombia y Swedish Film Institute, apuntan a un lanzamiento internacional estratégico. Mientras tanto, su paso en Cannes ha servido como carta de presentación: un espejo del presente cultural antioqueño, un llamado a valorar nuestras historias y personas.
El cineasta deja claro que su intención es que el público colombiano redescubra el cine local sin renunciar a la narrativa artística: una apuesta tan íntima como universal, que mezcla poesía y vida, dignidad y ternura, en un caleidoscopio emocional de momentos simples pero vitales.